Reeva
Steenkamp, de 29 años, apareció muerta en la casa de Oscar Pistorius el último
14 de febrero de este año. El atleta cuya historia de vida y superación más nos
conmoviera, es el principal acusado de haber efectuado los disparos que le
provocaran la muerte.
Tras haber
quedado libre bajo fianza el 22 de febrero, apenas una semana más tarde del
episodio, y hasta la próxima comparecencia ante el Tribunal Supremo de la
Justicia de Pretoria en el mes de junio; hoy Oscar Pistorius recuperó
el pasaporte y podrá salir de Sudáfrica para poder competir.
"No
encontré ningún motivo por el que (a Pistorius) debería prohibírsele salir del
país para competir en el extranjero", indicó el juez Bert Bam.
Hasta acá la
noticia fría, sin matices y sin estridencias. Ahora me pregunto ¿habrá algún
torneo que quiera tener entre sus participantes a Oscar Pistorius? ¿Es justo
equiparar al que trata de llevar una vida más o menos común con otra que ante
su primer desequilibrio saca un arma y mata gente?
Está acusado
de un asesinato. El caso, mal que mal, se ha leído y escuchado con detalles
variados. Que pensó que era un ladrón; tomo su arma, armó sus piernas y disparó
sobre el cuerpo de quién pensaba era un delincuente. Que él era conocedor de
una infidelidad de ella y en una discusión la mató, bla bla bla…
No se tienen
dudas de quién realizó los disparos; lo que no se conocen, o por lo menos no
están claros, son los motivos.
¿No deberían
las organizaciones de los diferentes torneos de atletismo anunciar que no
quieren contar con la participación de Pistorius hasta que se aclare su
situación?
Se me vino a
la cabeza el caso de Rodrigo “La Hiena” Barrios que no pudo boxear más, entre otros
motivos, porque ya no tenía lugares donde presentarse; en realidad ningún club
quiso recibirlo luego de los varios escraches que recibieran los lugares que
así quisieron hacerlo.
Tanto
Pistorius como Barrios son historias de superación personal que no supieron/no
pudieron/no quisieron dominar.
Esa señora
llamada Condena Social usa siempre la misma ropa y la misma regla, lo que
ocurre es que solo la vemos cuando la sangre nos salpica… o casi.
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